5/27/2016

RESEÑA: “Hannes Meyer, Co-op. Interieur”, VV.AA. (HKW, Spector Books, 2015)


Hannes Meyer, Co-op. Interieur (HKW/Spector Books, 2015)




Este artefacto o publicación de la serie Wohnungsfrase puesto en marcha desde el Haus der Kulturen der Welt de Berlín es todo un contenedor de energía. Las publicaciones Wohnungsfrase pretenden explorar las condiciones de la vivienda a través del estudio de trabajos históricos en arquitectura. En este caso, se parte de una fotografía. En 1926, el crítico de arquitectura berlinés Adolf Behne recibió una fotografía procedente de Basilea. Titulada Co-op. Interieur, la fotografía mostraba un interior construido con los elementos mínimos para poder dormir y descansar. Un camastro, una silla plegable, una mesita igualmente plegable con un gramófono. Todo ello mínimamente dispuesto en una esquina. El remitente era el arquitecto suizo Hannes Meyer, quien más tarde, entre 1927 a 1930, dirigiera la Bauhaus con la consciencia de una arquitectura como herramienta social.

Co-op. Interieur remite a toda una elaboración teórica de Meyer a mediados de los años veinte. Para Meyer, la función y el uso de la arquitectura estaba en su capacidad colaborativa, cooperativa. La “cooperación gobierna el mundo. La comunidad gobierna el individuo” escribió. En su texto-manifiesto “Die Neue Welt” (1926), Meyer realizó todo una diagnosis de la mecanización del mundo y las posibilidades productivas de una sociedad de masas tecnologizada. Creía sinceramente que la cooperación era la más valiosa estructura social alternativa, no fundada en la producción de plusvalía, sino en las necesidades colectivas y los deseos de la sociedad de masas. Su pensamiento estuvo marcado por los aspectos colectivos de la producción y el aprendizaje. Se esforzó también por introducir la clase obrera en el potencial liberador de esta cooperación, problematizando de paso el papel del arquitecto en el mundo industrial. El funcionalismo fue el caballo de batalla de este debate: la crítica a aquellos que abrazaron la modernización tecnológica pero no las consecuencias sociales de la misma.

Bajo estas premisas, Hannes Mayer utilizó el teatro, la fotografía y los modelos de arquitectura como herramientas para describir sus ideas del co-op. En una línea muy similar al teatro épico de Brecht y su V-Effekt, y el montaje de Piscator, el Co-op. Theatre sirvió para mostrar situaciones cotidianas de cooperación y su contrario, el individualismo. La fotografía co-op fue una variante de los experimentos con objetos puestos en marcha por Moholy-Nagy y otros pioneros, mientras que la “Vitrina” co-op mostraba el aspecto de una ciudad gobernada por el principio de la co-operación.

La publicación que aquí nos ocupa, sin embargo, está dedicada en exclusiva a un interior. El debate sobre la vivienda mínima fue ampliamente desarrollado en las reuniones del CIRPAC (Comité International pour la Realisation de Problèmes de l’Architecture Contemporaine) y el II CIAM Congrès International d’Architecture Moderne, en Fráncfort, en 1929. Sin embargo, el interior de Meyer no es una vivienda, más bien es una célula que tiene una función específica: no solo el descanso y el sueño, sino la producción desde un estado de retirada. En el libro, un objeto minuciosamente cuidado y diseñado, se aborda este interior desde una gran variedad de perspectivas. La entrevista a Raquel Franklin nos introduce en la coyuntura histórica de la elaboración de este interior, y con ello, de la “fabricación” de una fotografía de la cual hay dos versiones, una cuadrada y otra rectangular. El interior fue diseñado para ilustrar ciertos principios teóricos: la clase obrera, la movilidad, la radio y toda una nueva dimensión de la percepción, el sonido, la acústica, etc.

El texto de Pier Vittorio Aureli introduce la cuestión de la propiedad y el consumo, indagando en la dialéctica de lo público y lo privado en nuestra sociedad. Aureli identifica este interior como un espacio a ser usado, liberado de la angustia que la carga de la propiedad genera en la sociedad actual. Las referencias al actus utendi de los Franciscanos nos resitúa en esa condición de la vida despojada (bare life) que ha sido explorada por filósofos como Agamben. Aureli, un teórico a tener muy en cuenta y que ya ha sido mencionado en este blog, es también autor del recién publicado Menos es suficiente (GGili, 2016), en donde aborda críticamente el “menos es más” miesiano y el ascetismo monacal completamente estetizado que caracteriza no pocas de las formas tardocapitalistas. Por último, Aristide Antonas, aborda el tema de la retirada (retreat) como algo prototípicamente de la modernidad, poniendo a trabajar este concepto de retirada en un contexto de post-redes sociales donde las esferas de la privado y de lo público se colapsan.


El conjunto de estos tres textos en la interpretación y decodificación de una idea, una imagen y un espíritu (de la modernidad) nos coloca en una concepción de la historia no como passé, sino sujeta a un infinito trabajo de reinterpretación que alumbra no pocas consideraciones sobre nuestra realidad más inmediata.



5/24/2016

La forma de la revista



La modernidad fue un tiempo mítico que mostró por primera vez la cara globalizada del capitalismo en todo su esplendor: la conectabilidad del mundo. En su texto manifiesto “The New World” (1926), el arquitecto Hannes Meyer realizó un canto a la mecanización, la industrialización y la aceleración de las conexiones en un mundo en el que la fotografía aérea elimina las distancias y las fronteras acercando a las naciones. El Esperanto es la nueva lengua supranacional y la cosmopolitismo una condición a alcanzar. En cuanto a la técnica, la progresiva perfección conseguida en la impresión, la fotografía y el cine permite al nuevo mundo ser reproducido con un mayor grado de exactitud. Un instrumento fundamental en este nuevo mundo fue lo que Ernst Bloch llamó la “forma de la revista”, que junto con la secuencia cinematográfica constituye lo primordial de la mirada moderna. Bloch habló en Herencia de esta época de la dialéctica de las formas en alusión al fotomontaje y también comentó el libro Dirección única de Walter Benjamin como un ejemplo de esta form dialektik. Como nos recuerda Didi-Huberman, Bloch escribió:

La impresión mediata producida por la revista se debe a la fuerza y a la vivacidad visuales de las escenas sin vínculos entre ellas que engendran la una a la otra metamorfoseándose y que llegan al sueño (…) La “revista” (…) se presenta como una improvisación pensada, un escombro de la coherencia agrietada, una sucesión de sueños, de aforismos, de consignas entre las que, en el mejor de los casos, una afinidad electiva espera instaurarse transversalmente. Si por lo tanto la “revista”, por el método que permite, es un viaje a través de la época que se vacía, el ensayo de Benjamin presenta unas fotos a ese viaje, o enseguida mejor: un fotomontaje.[1]

Si, como hemos visto en otro post, la imprenta es una industria necesaria en cualquier proceso revolucionario ¿qué decir de esa forma periódica y ligera que es la revista? Necesitamos de ellas. La forma de la revista es sinónimo de resistencia.





[1] Georges Didi-Huberman, Cuando las imágenes toman posición, Antonio Machado Libros, Madrid, 213, pp. 78-79.


5/13/2016

Pop político: Gang of Four “I love a man in a uniform”



Gang of Four
“I love a man in a uniform”


Time with my girl, I spent it well
I had to be strong for my woman
She says, you must be joking, oh man
You must be joking, she needed to be protected

The good life was so elusive
Handouts, they got me down
I had to regain my self-respect
So, I got into camouflage

The girls, they love to see you shoot
I love a man in a uniform
I love a man in a uniform
I love a man in a uniform
I love a man in a uniform

To have ambition was my ambition
Time with my girl, I spent it well
You must be joking, oh man, you must be joking

The good life was so elusive
Handouts, they got me down
I had to regain my confidence
So, I got into camouflage

The girls, they love to see you shoot
I love a man in a uniform
I love a man in a uniform
I love a man in a uniform
I love a man in a uniform

I need an order, shoot
I need an order, shoot
I need an order, shoot
I need an order

To have ambition was my ambition
Time with my girl, I spent it well
You must be joking, oh man, you must be joking

The girls, they love to see you shoot
The girls, they love to see you shoot
I love a man in a uniform
I love a man in a uniform
I love a man in a uniform

The girls, they love to see you shoot
I love a man in a uniform
The girls, they love to see you shoot
I love a man in a uniform

The girls, they love to see you shoot
I love a man in a uniform
The girls, they love to see you shoot
I love a man in a uniform
The girls, they love to see you shoot

Songwriters
ANDY GILL, JON KING







5/05/2016

El proceso de pol pot (historia de las exposiciones)







Esta exposición de 1998 “coordinada” (y no "comisariada") por Liam Gillick y Philippe Parreno puede verse ahora como una muestra del arte de los años 90. “El proceso de Pol Pot” en Le Magasin de Grenoble recuperaba una serie de noticias alrededor del dictador camboyés Pol Pot y la imposibilidad de un proceso sumario por sus crímenes contra la humanidad, una vez que Pol Pot ya estaba muerto. La imposibilidad de un proceso contra el tirano se aumentaba por el hecho de que apenas existen imágenes de sus crímenes, haciendo un hipotético proceso todavía más ilegible. La exposición, por lo tanto, se desviaba desde un caso real (a modo de McGuffin) hacia el territorio de la dificultad de juzgar y la lectura siempre compleja de la historia. Se trataba de una sola obra a modo de exposición, o la exposición como proyecto y obra, para la cual los artistas contaron con un grupo de supervisores y que fueron: Thomas Mulcaire, Pierre Huyghe, Rebecca Gordon-Nesbitt, Douglas Gordon, Gabriel Kuri, Jeremy Millar, Josephine Pryde, Carsten Höller, Rirkrit Tiravanija, Ronald Jones, Pierre Joseph, Zeigam Azizov, Adrian Schiesser, Terry Atkinson…

El espacio expositivo transformado y una serie de intercambios de email proporcionaron el contenido, con textos y preguntas escritos en las paredes, un bosque de signos (al igual que el diseño gráfico del proyecto) y una serie de iluminaciones cambiantes sobre ese mismo contexto en la que ninguna imagen podía ser producida o leída, interpretada. Una exposición sin imagen, o crítica con la capacidad de representación de la imagen. La exposición como un decorado dramático o como un plató de televisión donde se escribe un guión.


Un espectáculo de marionetas tenía lugar todos los miércoles durante la duración de la exposición. Es a partir de este diseño gráfico del bosque que Liam diseñará inmediatamente después el logotipo del Kustverein Frankfurt.