1/30/2015

Encartes



En la RAE, Real Academia de la Lengua Española, un encarte es una “hoja o fascículo, generalmente de propaganda, que se inserta en una publicación”. Hay encartes de todo tipo, no solo con intención publicitaria. El encarte conoce una historia rica y variada en la historia de la imprenta. A menudo el encarte conlleva una anomalía en el formato, una intención de transgresión o una plusvalía añadida al contenido de la revista o periódico. Por otro lado, la palabra “encarte” apenas se utiliza; más bien nos referimos a esos encartes como posters, facsímiles, librillos, fe de erratas o simple y llanamente propaganda, publicidad. El encarte no tiene ni siquiera que ir dentro del periódico. Esta semana hemos comprobado que la prensa no ha olvidado sus estrategias comunicativas que se remontan a siglos pasados. Los siete principales periódicos de España venían con el mismo un encarte en la portada, de tipo publicitario. Un gran Banco había, nunca mejor dicho, insertado dicho encarte.

Hay no obstante, encartes más dichosos, como éste que reproduce la fotografía. A la emoción de recibir un número monográfico de la revista italiana Rassegna dedicada al checo Karel Teige (1900-1951), de 1993, se suma la sorpresa del encarte; una hoja A2 perfectamente doblada del diario holandés de Volkstrant, (fechado el 26 de febrero de 1994) que reproduce un artículo e imágenes sobre Teige con motivo de la exposición retrospectiva del checo en el Stedelijk Museum de Amsterdam. Las imágenes, como no podía ser de otra manera, reproducen el libro de letras Abeceda, de 1926. El encarte es, en este caso, un suplemento, una bonificación o, lo que en el pop se denomina un bonus track. Gracias Stefan, quienquiera que seas.


Los encartes completan nuestras colecciones y nos hacen más felices. Añaden riqueza al ya de por sí vasto archivo editorial. Volvamos a emplear la palabra “encarte”.


1/21/2015

Mathias Poledna o imitación a la vida

Mathias Poledna, Imitation to Life, Film instalación, 35 mm, 2013

Muy poco se ha escrito de la presentación de Mathias Poledna en el Pabellón Austríaco de la 55 Exposición Internacional de la Bienal de Venecia, en 2013. Las razones por las que el proyecto pasó desapercibido o, literalmente, fue malinterpretado deberían hacernos reflexionar sobre la temporalidad del arte reciente. Ésta, la temporalidad, es la materia con la que trabaja el artista austríaco afincado en Los Ángeles. Ha pasado año y medio desde la presentación de Imitation of Life, el filme en 35 mm realizado para la ocasión y ese regusto de lo recién pasado sobrevuela esta mañana mi escritorio. Puede considerarse este filme como la continuación lógica de la obra de este artista desde la irrupción de Actualité, a comienzos de la década pasada. Aquellos seguidores del artista apreciarán. Una producción en 35 mn de tres minutos escasos de duración, una animación realizada a la manera de las grandes producciones de dibujos animados de la época de 1930 y 1940 incluyendo una banda sonora grabada ex profeso al modo de la Era dorada de Hollywood. Como resulta habitual, el formalismo del que el artista hace gala desencadena toda una red de asociaciones y referencias útiles para entender la evolución de la industria cultural y de la modernidad.

La radicalidad reside en no ceder a la tentación de hacer de la animación un pastiche crítico, sino de otorgarle una autonomía en tanto que producción que se semantiza desde el propio contexto de exhibición, es decir, el contexto del arte contemporáneo y la institución-arte. El estudio del medio fílmico y su historicidad ha sido uno de los temas en los que más ha investigado Poledna. Lo que una realización de este tipo plantea es la naturaleza de la artesanía y el craftmade dentro del arte así como en el interior de una industria cultural que tiene en la tecnología y la digitalización uno de sus principales bastiones. Al mismo tiempo, Imitation to Life plantea un reto a la institución del arte y museística del presente. ¿Qué museo se arriesgaría a exhibir una obra de una dificultad técnica y de dispositivo como pocas veces se ha visto antes y pasar como que está exhibiendo un dibujo animado de la factoría Disney? No lo olvidemos, tampoco, que su presentación en la arquitectura de Josef Hoffmann era site-specific. Pero, ¿acaso una animación no está hecha para ser repetida una y otra vez?

Los dibujos animados, al igual que los juegos, se sustentan en la repetición. Walter Benjamin profundizó esta gran ley, que por encima de todas las reglas y ritmos aislados, rige el conjunto del mundo de los juegos: la ley de la repetición. “Sabemos que para el niño esto es el alma del juego, que nada lo hace más feliz que el ‘otra vez’”. Poledna, al igual que anteriormente Benjamin, se dirige al mundo de los adultos y al de los niños y, fijándose en estos, rescata una teoría de la modernidad todavía incorrupta y llena de potencialidad. (To the future, puede leerse en la cobertura de su libro).


No por casualidad que el artista austríaco metiera a bordo de su aventura a Esther Leslie, autora del imprescindible Hollywood Flatlands: Animation, Critical Theory and the Avant-Garde (Verso, 2002) (Ver en blog). “La existencia de Mickey Mouse es un sueño para el hombre contemporáneo” escribió Benjamin. Re-examinar el pasado bajo una lupa y con la paciencia de un historiador es tarea de Poledna, un artista exquisito y único a partes iguales.


Imagen del Pabellón de Josef Hoffman modificado para la filme-instalación


1/12/2015

Particular/Totality: 7-01-2015






By concentrating on the particular... bourgeois thought fails to see the totality. 

1/07/2015

EDITORIAL: Rescatar la utopía

En España la utopía y el/la utopista valen menos de lo que un miserable céntimo puede comprar. Lo utópico es sinónimo de ingenuidad, ensoñación, irrealidad y ahora también se ha convertido en un adjetivo de descalificación política. Se asocia lo utópico con idealismo estudiantil e ineficacia política. La utopía infunde temor, pánico incluso. Lo contrario de la utopía es la estasis, la mismidad, el miedo al cambio. Pero aún en la estasis hay movimiento. Lo sabemos. En términos generales, éste es el orden que impera, no sólo aquí, sino en el conjunto del orden mundial, cada vez más un desorden. El Gran Orden lo denominó Bertolt Brecht en esa guía para tiempos convulsos que es Me-Ti: Libro de los cambios.


Y mientras nada cambia, la historia sigue su curso. Imperturbable apariencia y, sobre todo, contradicción. Es tarea de la teoría crítica rescatar hoy en día un significado positivo para la utopía y ponerla en el horizonte como meta a perseguir. Las grandes transformaciones sociales son tarea de la utopía, pero antes de emprender el viaje conviene prestar atención a los efectos deformantes y a los peligros que su búsqueda conlleva. Innovaciones contra renovaciones. Y vuelta a empezar.