7/17/2009

Lo nuevo y lo viejo: una incursión en la dialéctica


Haus der Esters & Lange, Mies Van der Rohe, 1927-28

He aquí unas fotografías sacadas el pasado 4 de Julio en la Haus der Esters de Mies van der Rohe, edificio en el que tuve la suerte de alojarme durante tres noches. En concreto el detalle corresponde al suelo de la terraza. Se puede comprobar cómo las losetas han sido reemplazadas recientemente, pudiendo comprobar una diferencia cromática apreciable. Esa misma sensación de renovación se desprende de algunos detalles de la casa, construida en 1927. El viejo suelo y el nuevo suelo son idénticos y al mismo tiempo diferentes. Pernoctar en una casa como ésta te hace imaginar el modo de vida de aquella época, y el contraste entre la armonía de su geometría, la atemporalidad de su estructura y, por ejemplo, una antigualla de coche aparcado en la entrada de la casa. Este contrastre entre la modernidad más absoluta y la tecnología trasnochada es todavía visible en la casa, y basta con tener un mínimo de necesidad de ir al baño para comprobarlo.

Preguntarse sobre qué reciente es nuestra modernidad o qué antigua es aquí la cuestión que se plantean algunos hoy en día: “la modernidad es nuestra antigüedad clásica” podría alguien otro añadir. Pero la conversación no giraba por esos derroteros durantes los primeros días del mes de Julio. Un grupo de personas está otra vez en la casa, hablando de cosas variadas y con ganas de comerse un entrecote en una improvisada barbacoa en la terraza de Mies.


Suelo de la Haus der Esters, variación de color entre las viejas y las nuevas losetas

La Haus der Esters y su par Haus der Lange, fueron dos casas proyectadas por Mies van der Rohe en 1927-28. Separadas por escasos 30 metros cada una de ellas parece señalar una variación en cuanto a su planta, liberándola de la caja cerrada. Ambas casas comparten un jardín en la parte de atrás, y no existen verjas ni limitaciones territoriales de ningún tipo, lo que puede hacernos pensar que Lange y Esters gozaban de excelentes relaciones de vecindad.

La estructura de las casas es de ladrillo, lo que le da un aspecto rugoso y duro, algo que comparten con el Monumento a Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo construido en 1926 (y posteriormente destruido). La gran diferencia estriva en la apertura de grandes ventanales horizontales en las dos casas, que aligera el brutalismo del monumento a los espartaquistas del PSD (Partido Comunista Alemán). Pero este Mies es todavía el mismo, el de los volúmenes rectangulares de ladrillo como eje constructor.

Resulta interesante comprobar cómo en uno de los laterales de la casa de los Esters se halla una cabaña de generosa dimensión, donde tranquilamente podría habitar una o dos personas, lo que alimenta la fantasía de que quizás la cabaña fuese la morada del jardinero y su familia. Suposiciones aparte, una de las leyendas que corre es que los Esters compraron la cabaña en la década de los treinta, y que ya entonces se trataba de uno de los primeros prototipos de cabañas prefabricadas o de una sola pieza, si no el primer modelo. Cuesta poco imaginar la llegada de la cabaña en un gran camión de la época, y su instalación en el jardín con la finalidad que fuera. La leyenda también cuenta que cuando las fuerzas aliadas tomaron Krefeld, fueron los británicos los que ocuparon las dos casas, pues cuesta poco imaginar que sus dueños gozaban de los privilegios nazis, mandando fulminantemente a los Esters y a los Lange a la cabaña, quedándose ellos con sus confortables casas como un botín de guerra. Podía haber sido muchísimo peor para los Esters y los Lange, comentó algún interlocutor, cárcel o quién sabe qué. Que les enviaran a la cabaña no estaba tan mal, en el fondo.

Como trasfondo de estas historias dos exposiciones de fondo, pues estas dos casas albergan parte del Museo de Krefeld (o Kunstmuseum). Una vez más un joven y un viejo. El joven, belga, escultor, de nombre Koenraad, de apellido Dedobbeleer. Lugar de exposición Haus der Esters. El viejo, americano, mejor dicho californiano, de nombre John, de apellido Baldessari, todojunto John Baldessari. Artista conocido, entre el Arte Conceptual y el Pop art. Su lugar, la Haus der Lange. Existe un guiño en la intervención de Baldessari que parece solaparse con el Monumento de ladrillo de Mies en Berlin. El artista ha tapiado todas las ventanas con una tela que imita la fachada de la casa. Desprovista de ventanas, como muros ciegos de ladrillo marrón, la casa se asemeja a un bunker. Pero Baldessari se reserva una ración de Anti-Mies, "psicoanalizando" la casa mediante un sofá con forma de oreja y unas narices invertidas como floreros.



Pero volvamos al suelo de la terraza de la Haus des Esters. Observemos la sutileza de matiz entre lo viejo y lo nuevo. Las horizontales y las verticales, una ligera variación de color y una forma se genera, allí donde la Bauhaus produce sus patterns y retículas. Miraba el suelo y no podía pensar en una mejor metáfora para la abstracción. El sentido de la renovación. Lo viejo y lo nuevo también significa lo antiguo y lo moderno. Esta cuestión esconde encubiertamente la de la dialéctica, y sus contradicciones; el cambio perpetuo, la renovación de las generaciones, el crecimiento sin fin. Nada nace por generación espontánea. Como cuando se descubre que lo que parecen ser nuevos paradigmas o nuevos debates no son sino repeticiones de viejos problemas que vuelven a regresar camufladas bajo nuevas formas. Por ejemplo el dilema de la pintura y medios mecánicos (fotografía y película). Por ejemplo en la década de los veinte en la Unión Soviética, cuando la vanguardia pictórica abstracta quedó relegada por las nuevas obras que utilizaban la fotografía y el cine. Proponer una lectura nueva de integración de nuevas formas a las viejas formas era una de las aspiraciones de los Formalistas rusos.

“¿Y si la ‘antigüedad’ fuese, en cierta coyuntura histórica, la consecuencia necesaria de la novedad?” escribió Benedict Anderson en sus Comunidades imaginadas.

En Krefeld un grupo de gente se reune, come, habla y disfruta del arte en buena compañía.