5/23/2008

Notas a partir de una presentación reciente sobre arte, ciudad y arquitectura

Cualquier debate sobre la cuestión del “arte público” conlleva una definición de cuales son los lugares del arte, el lugar del arte. Las posibilidades de la creación de un centro de arte móvil pone en cuestión esta noción del lugar. El espacio no es una construcción homogénea, sino un campo de batalla, una configuración física, mental y social. La imagen que transmite la noción del “arte público” es la de “algo” ocurriendo en algún espacio abierto. Muchos defensores de este “arte público” caen en el populismo y la demagogia cuando hablan de “sacar el arte a la calle”. Existe igualmente una falsa oposición entre lo institucional y “el afuera”. Entre estar “In” y estar “Out”. No podemos aceptar que se nos diga que el arte está secuestrado y que hay que liberarlo. ¿De qué? ¿De quienes?

No podemos simplificar el significado de lo “público”. Jurgen Habermas (en Historia y crítica de la opinión pública) hablaba de Offentlichkeit o de la publicidad burguesa. La polisemia alemana es compleja y designa “esfera pública”, “vida pública”, “opinión pública” y “publicidad”. Estoy simplificando. Pero una esfera pública emerge de las acciones de la sociedad civil por medio de sus instituciones, que no son las instituciones del Estado, sino aquellas iniciativas ciudadanas de asociaciones y clubs. Iniciativas voluntarias de debate y organización. Un centro de arte móvil que surgiera de cualquiera de estas asociaciones debería ser tenida en cuenta muy seriamente.

La idea de lo público así como de lo privado como categorías estancas debe ser revisada. ¿Son las instituciones totalmente públicas desde el momento en que muchas de ellas tienen patrocinio de sponsors corporativos? ¿Son las galerías de arte espacios totalmente privados cuando nadie te pide que pages un precio por entrar y tener una experiencia? Pensar en términos de semi-público y semi-privado es una opción más. El arte, la arquitectura y el pensamiento han domesticado del concepto de desterritorialización / reterritorialización de Deleuze y Guattari. Lo han absorbido y tanto sirve para explicar una política expansionista y neoliberal como para explicar procesos económicos de mercado. Si el arte es una actividad, entonces ésta se desparrama como un virus por la ciudad.

 Luego estarían los llamados “contenedores” de arte. Lugares que esperan al ciudadano para educarlo, informarlo. Que estos grandes contenedores de arte aplastan la variedad de modelos y prácticas está todavía por ver. Pero es un riesgo dificil de asumir.

 Algunos conceptos para un centro de arte móvil a ser imaginado:

-Concepto de diseminación. (after Derrida)

-Temporalidad. Hacer instituciones temporales, dejar que todo sea temporal

-Redefinir lo que significa ser alternativo (traspasar el dilema centro / periferia, dentro / fuera). Funcionar en paralelo. Regresar a la etimología de alternar, es decir, unas veces de una manera, otras de otra. Unas veces de un modo, otras de otra pero nunca del mismo modo. No repetir modos de proceder, sino variarlos, estratificarlos.

-Realizar estructuras provisionales, no estables, mutables.

-Crear tus propias condiciones de producción.

-Cuestionar el permiso cultural a la hora de hacer esto o aquello.

-Ejercer no una práctica posibilista, sino el arte de la posibilidad, y con ello mostrar que otros modos son posibles, otras prácticas abordables.

-Pensar en proto-instituciones, no-instituciones, instituciones disfuncionales.

-Operar entre la planificación y la especulación. Dejar que las cosas sucedan.

-Práctica colectiva y colaboración.

La idea del arte como problema sólo conduce a otros problemas. Negociar con contradicciones es vital. Conciliar la excepcionalidad del hecho artístico con su normalidad, no como problema, ni como anomalía sino como experiencia y acontecimiento, es un reto a abordar.